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Empezó Como Herrero Y Fundó Tramontina

Historia de Tramontina

 

Fundador: Valentín Tramontina, 17/07/1893 - 29/02/1939, aprox. 45 años

Corría el año Valentín Tramontina fue un joven de pocos recursos, artesano herrero quien, en el año 1911, decide aventurarse a iniciar su propio negocio de herrería con el fin de exponer cuchillos, entre otras herramientas hechos por sus propias manos.

Todo comenzaría rentando un pequeño local donde se dedicaba a fabricar sus herramientas y a reparar algunas otras que sus mismos clientes le llevaban.

Con el tiempo su negocio fue creciendo y expandiéndose e introduciendo nuevas fábricas, lo que empezaría como un pequeño negocio, terminaría siendo un gigante de la industria metalúrgica, quédate a ver esta increíble historia de una empresa de origen brasileño llamada Tramontina.

La marca Tramontina mejor conocida por sus juegos de cuchillos y varios utensilios domésticos, su calidad en más de 120 países la respaldan, Una empresa que busca la innovación, en el diseño, en la tecnología y en el valor del capital humano.

Tramontina

Tramontina

 

VALENTIN TRAMONTINA Y SU VIDA EN ITALIA

 

Cuando Valentín Tramontina nació alrededor de 1879, en Italia, sus padres decidieron migrar de Italia y llegaron a Brasil tras huir de la tercera guerra de independencia en Italia.

 Tramontina fue el segundo de 9 hijos, debido a lo numerosa que era su familia, Valentín y sus hermanos crecieron llenos de carencias y por ello no tuvo acceso a la educación.

Desde muy joven comenzó a ganarse la vida, ofreciendo sus servicios en trabajos pequeños, y con muy poca paga, trabajo en algunas fábricas donde pudo adquirir sus conocimientos artesanales y como herrero, mismos que en los siguientes años le serian de mucha ayuda.

 

En 1911, Valentín se muda a Carlos Barbosa, en el mismo Río Grande del Sur de Brasil, donde estaba instalado el ferrocarril esto le pareció que sería una buena idea ya que habría bastante paso de personas y sus ventas podrían crecer en ese lugar tan concurrido.

La visión de este hombre le traería grandes ganancias a partir de dicha decisión tan sabia, a su llegada busco un pequeño local para alquilar, para poder instalar su taller.

comenzó haciendo reparaciones pequeñas y elaboraba herraduras y cuchillos.

Un día llego a las manos de Valentín una pequeña navaja que procedía de Italia, al ver lo fácil que era hacerla, comenzó a fabricar algunas para ponerlas a la venta en su pequeño local, mismas que en poco tiempo tuvieron aceptación y muchas personas las consumían.

Hasta 1919, valentino tuvo que dejar a un lado su negocio, pues sería llamado a realizar su servicio militar obligatorio, en tiro de guerra 395, al terminar su servicio, retomo sus actividades, pero esta vez expandió su negocio cambiándolo a un local con mayor espacio.

En 1920 se casó con Elisa de Cecco.  La pareja tuvo tres hijos: Ivo, Henrique y Nilo. Ambos tenían una gran visión e inician un camino juntos de muchos éxitos

En 1930, Valentín fabrica el cuchillo "Santa Barbara" esta herramienta fue fabricada en mayor cantidad en aquel tiempo por la demanda tan grande que tuvo.

La herrería de Valentín tuvo algunas crisis financieras durante el tiempo que Valentín estuvo al frente de ella.

En 1932 Valentín involucró en el proceso de elaboración de sus herramientas a algunos vecinos del pueblo donde vivía, esto para ayudar a su economía, sus vecinos se dedicaron en sus tiempos libres a trabajar las herramientas en los sótanos de sus casas y después llevaban los trabajos ya terminados a valentin.

Hasta el 29 de febrero de 1939 año en que fallece su fundador Valentín Tramontina, en la cd de Rio Grande del Sur, Brasil. luego de estar al frente de la compañía por 28 años.  Después de su muerte su mujer, Elisa Tramontina, se hizo cargo de la herrería.

Durante la segunda guerra mundial, Elisa tuvo mucha determinación y coraje, para sacar a flote la empresa y no dejar que decallera.

Al cabo de algunos años en 1949, la administración de la empresa paso a manos de Ivo Tramontina hijo de Valentín y Elisa, y de Ruy Scomazzon amigo de Ivo quien siempre demostró tener visión y determinación en los negocios, así que la familia desidio darle la oportunidad de ser parte de la empresa.

Ruy tenia liderazgo, llego a implementar planes ambiciosos a favor de la empresa y llego a enfatizar la organización de la fabrica en todos los sectores.

Fue así que En la década de los años 50 la empresa tramontina inician las campañas publicitarias en los periódicos locales esto con el fin de darle más reconocimiento a la empresa que por años se estuvo apagando.

4 años después entran en sociedad Ivo, Ruy y Elisa, juntos iniciaron un nuevo concepto que era la laminación de acero, antes se obtiene mediante la forja pieza por pieza con la ayuda de un mazo.

Esta actividad les abrió muchas oportunidades de crecimiento, lograron capitalizar la empresa rápidamente e innovaron con actividades tecnológicas, como laminadores, martillos, rectificadores y forjadores que agilizaban su producción.

Elisa de Cecco viuda de Valentín Tramontina Fallece en 1961, tras su muerte y la empresa paso a convertirse en una sociedad anónima.

Entonces las ventas de Tramontina Fueron incrementando e innovando introduciendo nuevos productos al mercado, tanto que en la llegada del año 1971 inauguraron la unidad de producción de vajillas de acero inoxidable.

5 años más tarde producen la unidad de fabricación de materiales eléctricos y se abre la primera oficina regional de ventas en San Pablo Brasil.

Luego en 1982 ponen a la venta herramientas agrícolas, comienzan a distribuir en El Salvador Bahía y se centralizan la administración en la ciudad de Carlos Barbosa donde había iniciado todo, esto se daba en el año 1984.

 

En el 1986, comienzan su distribución de mangos de madera, por diferentes países como, México y Estados Unidos.

En el año 2005 se lanza el actual logo de la marca y en el 2010 se llega a los más de 120.000 artículos producidos, cumple 100 años en el 2011.

Más de cien años después, el legado de Valentin permanece vivo en los productos, en la marca, en los valores, en el clima de trabajo y, más que nada, en la conducta diaria de cada unidad de Tramontina. El resultado está en algo que va más allá de los números: el placer de hacer bien las cosas.